En una ajustada votación, el regulador del sector de las comunicaciones en Estados Unidos ha puesto fin a la era de neutralidad en Internet garantizada por ley en 2015 por el presidente Obama y que aseguraba que cualquiera que accediera a la red lo haría en igualdad de condiciones de libertad de contenidos y velocidad con el resto de usuarios.

La Federal Communications Commission, presidida por Ajit Pai, exempleado de Verizon -una de las mayores ‘telecos’ del país-, y designado hace menos de un año por Donald Trump, ha decidido, tras aplicar la tesis del magnate, que las compañías de telecomunicaciones podrán cobrar por distintas velocidades o calidades de conexión a la Red. No sólo eso. También estas empresas tendrán el poder de decidir qué contenidos priorizan con un mejor acceso y cuáles bloquean.

Los primeros afectados serán las empresas y compañías que ofrecen sus servicios a través de internet, y que, para asegurarse la calidad de su conexión, se verán obligadas a pagar a las grandes ‘telecos’. Éstas aprovecharán, como ya auguran los expertos, para subir los precios de las tarifas, y ofrecerlas en paquetes como se hace en la televisión de pago. La subida de precios afectará a las pequeñas compañías o proyectos de usuarios individuales, que no podrán hacer frente al aumento de gastos y dejarán de ser competitivas en la Red e incluso verse obligadas a cerrar. El fin de estas actividades o empresas menores se traducirá a un descenso en la variedad y oferta de internet, a la originalidad de contenidos y a la falta de libertad para competir en igualdad de condiciones.

Un Netflix más caro
Las grandes empresas, las que asumirán el pago de esta nueva conexión diferenciada, lo harán, pero no a costa de encoger sus beneficios. Serán sus usuarios los que tendrán que hacer frente a una subida en el precio de los servicios que ofrecen. El ejemplo más representativo es el de las plataformas audiovisuales, como Netflix, HBO o Amazon video, de las que se espera que aumenten sus tarifas a sus clientes para compensar con el gasto extra que tendrán que pagar a las ‘telecos’ para que les aseguren la máxima calidad del acceso a sus contenidos. Pero esto mismo puede extrapolarse a otras compañías que se dediquen a hacer venta on line. Los productos que oferten tendrán que aglutinar un precio extra que compense el mayor gasto de la compañía a la hora de ejercitar su actividad económica en la Red. Esto no supondrá una amenaza para Amazon, por ejemplo, pero sí para compañías más pequeñas que se verán atadas de pies y manos para asumir ese coste y rebotárselo a sus clientes objetivos. Por este motivo, determinados servicios que algunas compañías prestaban como bonus de modo gratuito, estarán destinados a desaparecer por su nuevo carácter inviable.

La conclusión se carga la teoría del liberalismo americano: el tamaño de una empresa condicionará que tenga un mejor o peor servicio de internet, según los expertos.

Censura en la Red
La censura también campará en internet: un proveedor de banda ancha podrá decidir si no quiere ofrecer un determinado contenido. Actividades que generan controversia, como la práctica de abortos o la venta de armas, blogs con comentarios polémicos, por ejemplo, podrían ser ninguneados por una compañía de telecomunicaciones que así lo decidiera, imponiendo una censura desde el ámbito privado y una moral a la carta.

Todo esto, por el momento, lo sufrirán los usuarios estadounidenses, pese a que más de un millón y medio han participado en protestas contra la aprobación de la nueva medida al gusto de Trump. Pero no sólo ellos. De manera simultánea, a las empresas de otros países que operen en servidores de EEUU para abrir allí sus proyectos de negocio, les costará mucho más llegar a los consumidores de aquel país y poder operar en igualdad de competencia. Acceder al mercado digital estadounidense se convertirá en una misión casi imposible para los pequeños.

Medio: Economía Hoy
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