Hasta hace muy poco tiempo, cuatro canales abiertos de televisión habían sido concesionados durante décadas a una sola organización que, por su estructura, en realidad pertenecía a tres familias. En radio, la distribución de las frecuencias obligaba a una distensión mayor aun cuando el manejo tenía una semejanza muy parecida, una docena de apellidos eran los mandones. En ninguna parte del planeta se daba, y sigue imperando, una concentración semejante de poder informativo.

En nuestro país, los poderes públicos, todos, están sometidos al sufragio popular. ¿Por qué se renuevan el Ejecutivo, Legislativo y Judicial? Porque aspiramos a vivir en democracia. En otras palabras, deseamos que muchos tengan oportunidades y no sólo unos cuantos.

Vale preguntarnos, ¿por qué esa importantísima y decisiva franja de poder es inamovible; qué puede decirse de un sistema que pone la determinación de la escala de valores y del bien público en manos de hombres que no están sujetos al sufragio? ¿Son, en una sociedad plural, los concesionarios de radio y televisión los merecedores de guiar masivamente la vida emocional y valorativa de la nación mexicana? ¿Cuántos decenios más deberán permanecer usufructuando la conciencia de los mexicanos? Y digo lo anterior porque los medios masivos de difusión abiertos siguen siendo los que aún dominan los porcentajes mayoritarios de penetración. Si bien las nuevas cadenas de paga avanzan considerablemente hasta llegar a ofrecer numerosas opciones, sus contenidos se nutren de la ejemplaridad impuesta durante decenios por los medios comerciales.

Ha sido el rapidísimo avance tecnológico lo que ha permitido la multiplicación de voces independientes con alcances sorprendentes, que sólo al convertirse en virales rivalizan y hasta hacen de lado a las cadenas de radio y televisión tradicionales. No obstante, la columna vertebral informativa sigue siendo aquella concesionada a particulares.

Y esta depende, al ser un permiso, una concesión federal, de la observancia y disciplina con los gobernantes en turno. De ahí que los concesionarios de MVS, en el caso de Carmen Aristegui, y de Leonardo Curzio, en Radio Mil, se valgan de cancelar los contratos laborales de sus colaboradores para indirectamente separarlos de sus espacios informativos. En provincia el escenario es diferente, a los periodistas se les suprime violentamente. De ahí el número creciente de asesinatos que nunca o rara vez llegan a resolverse; la impunidad como castigo.

Conozco y valoro el profesionalismo de Amparo Casar, Ricardo Raphael y de Leonardo Curzio, son voces informadas y constantemente actualizadas, su lenguaje y sus procesos analíticos, en medio de tanta mediocridad, resultan atractivos, pertinentes y con frecuencia hasta ejemplares. Lejos de pedirles se ausenten de los micrófonos, un concesionario inteligente debiera abrirles más oportunidades. ¿Qué tan inteligente y apasionado de la verdad y la información es el concesionario de Radio Mil, el señor Edilberto Huesca Perrotín?

Sabemos que es un comerciante exitoso.

Las redes sociales y todo el avance de los nuevos gigantes Google, Apple, Facebook o Amazon que nos llegan a través de los llamados teléfonos inteligentes, las computadoras y las tabletas, no suplen las opiniones de quienes, debidamente enterados, nos ofrecen los datos que pueden dar significado a lo que cotidianamente nos hiere o ilumina.

La radio y la televisión concesionadas que debieran, en manos de académicos, artistas con mayúsculas y pensadores, poblar esas ondas hertzianas, son meros chispazos en medio de contenidos que siguen las pautas establecidas desde muchos años atrás: novelas banales que hoy se han enriquecido con historias de narcos, concursos ramplones, películas triviales y cascadas de anuncios en los que no se duda considerar al público como infantes retrasados.

Los instrumentos con los que cuenta el Estado, radioemisoras y televisoras públicas, siguen sin el aliento y apoyo que debieran tener para el establecimiento de espacios para el pensamiento, independientes del poder político, del insaciable apetito económico y del interés faccioso. Con ello se fortalecería la frágil y estrecha libertad del auténtico periodismo que tanta falta le hace a la sociedad mexicana.

Medio: El financiero

http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/la-fragil-y-estrecha-libertad-de-nosotros-los-periodistas.html