Por su interés y actualidad el sitio web Razones de Cuba ha retomado un interesante artículo, publicado en marzo de 2016, que muestra preguntas y respuestas a renombrados expertos de las comunicaciones sobre el dominio de Internet y la inclusión de Cuba en el ciberespacio, problemática que, dos años después, continúa siendo de vital importancia en aras de conservar la soberanía infraestructural en las telecomunicaciones de la Isla.
Los cubanos queremos –necesitamos– internet. Y pronto. Como para ayer. Para mejorar nuestras conexiones comerciales, económicas, culturales; para estar un poco menos anclados en el siglo XX. Y eso es imposible mientras no exista una infraestructura de telecomunicaciones que permita un acceso amplio de las grandes mayorías, lo cual no lograremos aunque convirtamos hasta el último parque de nuestro país en un punto de acceso wifi. Para ello hacen falta miles de millones que el país tendría que erogar o buscarse unos compañeros de travesía que puedan ayudarnos sin que el favor salga demasiado caro.
En el pasado reciente, directivos de Google, el omnipresente poder de la internet Occidental, han manifestado el interés de la compañía en convertirse en dicho compañero de ruta para Cuba. El pasado 21 de marzo (2016), incluso, el presidente norteamericano Barack Obama, durante su visita a Cuba, declaró a la televisora ABC News que Google expandirá el acceso a Internet de nuestro país y que la empresa tiene una propuesta concreta para comenzar a establecer más acceso a Wifi y banda ancha en la isla (anuncio que hasta el momento no ha provocado ningún pronunciamiento por parte del gobierno cubano. Según fuentes consultadas –que pidieron no revelar su nombre– el gobierno no ha firmado ningún acuerdo).
Con o sin él, nos parece un asunto de vital importancia cómo se diseñará el desarrollo de la infraestructura de telecomunicaciones en nuestro país. Es por eso que decidimos lanzar un cuestionario a Niv Sardi, hacker de software libre y fundador del proyecto Butter; Pedro Miguel, periodista y editorialista del periódico La Jornada, y Amauri Chamorro, Comunicador Social con experiencia en varios movimientos sociales del continente. Ellos, desde sus respectivas experticias, dan cuenta de cómo sería este proceso y cuáles son las trampas de camino al Santo Grial de nuestro tiempo.
1- ¿Qué implicaciones tiene para Cuba (en materia de soberanía tecnológica) poner su infraestructura de telecomunicaciones en manos de compañías como Google y Facebook?
Niv Sardi (NS): Primero debemos ver un poco de historia de las telecomunicaciones y cómo se hacen los negocios en ese ámbito. Históricamente, los “servicios de telecomunicaciones” se limitaban al teléfono. Toda la plata que se podía hacer era a partir de la llamada, no habían muchos más servicios agregados; analizaban la cantidad de llamadas y de conexiones que necesitaban, dividían eso entre la cantidad de personas que querían conectar, y tenían el precio por minuto viable,estableciendo un promedio de la duración de las llamadas de la gente. Ese era el modelo antiguo.
Después se agregaron informaciones y otros servicios de pago con lo que aumentó el valor de la llamada, y con ello la factura de fin de mes del abonado. Con el surgimiento de internet el valor se movió de la infraestructura hacia las aplicaciones que corren sobre esa infraestructura. Las aplicaciones necesitan de la infraestructura de las telecomunicaciones para funcionar, pero los que extraen el valor de esa infraestructura de telecomunicación son las empresas de contenido, de aplicaciones llamadas OTT (Over The Top).
Hoy en día compañías como Facebook, Google, Twitter y Amazon, no operan redes de telecomunicaciones al hogar de las personas. Ellos crean otros tipos de redes, con las que extraen cada vez más el valor no vinculado a lo que aparece en la factura del abonado. Finalmente, la gente contrata un operador porque el valor para ellos está en estas aplicaciones OTT, pero no hay conexión financiera entre el operador de red (que permite la conexión) y el proveedor OTT (que atrae el cliente al operador de red).
El abaratamiento de la tecnología de conectividad hace que hoy tenga mucho sentido para estos operadores patrocinar zero-rating (banda liberada) hacia sus servidores, y que traten incluso de conectar a las personas que se comprometen a usar sus servicios (el proyecto internet.org de Facebook es un claro ejemplo de esto).
Entonces uno tiene que entender por qué ahora esas empresas están interesadas en tener a Cuba conectada. Ahí yo me pregunté por qué no están interesadas en tener a Haití conectado. El sueldo promedio de Haití es 15 dólares por mes; el sueldo promedio indicado de Cuba son cerca de 30 dólares por persona. Pero eso es Cuba: allí las personas tienen garantizado un montón de servicios básicos, como salud, educación, comida, por lo que tienen una capacidad de gastos mucho más importante que en Haití. Eso nos hace entender bastante bien por qué, no solo ideológicamente sino también estratégica y comercialmente, Cuba es interesante para esas empresas: porque son un montón de gente que pueden gastar mucha plata para un contexto caribeño.
En lo que respecta a la cuestión de la independencia tecnológica, no sé cómo van a negociarlo. Probablemente ellos ofrezcan su infraestructura y pedirán que esta les pertenezca en suelo cubano; habrá que ver si dejan cláusulas que permitan a empresas cubanas competir y sacar una infraestructura propia. Otros temas a analizar son cómo será la gobernanza de precios, si van a traer un contrato pre-hecho; si van a tener libertad de poner el precio y luego controlarlo por el mercado; las restricciones a la interoperabilidad, es decir, si mañana Google viene y pone fibra alrededor de toda la Isla qué deber tienen ellos de garantizar la conexión con fibra de Etecsa, o una empresa brasilera o cualquier otra que quiera entrar a las redes cubanas.
Todas estas son cuestiones que se deben tener presente. El riesgo de esto es estar dependiente y atado a un solo proveedor, porque atenta contra la posibilidad de que, si mañana Cuba crece y se integra a la economía mundial –en el sentido de que crezca su capacidad de gasto internacional hoy limitado por el bloqueo–, pueda entonces hacer sus propias reglas sin desechar lo que se va a hacer ahora para salir del apuro. Un desafío de la Revolución es asegurar que las reglas de conectividad estén en acuerdo con su política de inclusión; esa inclusión no interesa a estas empresas, ellas solo miden retorno.
Resumiendo, todavía hay muchas incógnitas pero yo miraría con atención las cuestiones de quién regula el precio, quién regula el acceso, quién regula la cantidad de personas incluidas, cómo son las capacidades de interoperabilidad, con otros detalles técnicos menores. Cualquier empresa externa que tenga el control de esta infraestructura tendrá un gran poder político y económico. Si mañana Google se enoja y se quiere ir de la isla y cae toda la infraestructura, se genera un tremendo problema.
Pedro Miguel (PM): La decisión de permitir que transnacionales como Google y Facebook controlen y operen tramos importantes de la infraestructura de telecomunicaciones conlleva riesgos graves para la soberanía de cualquier país. Es fundamental considerar que los intereses de tales empresas están alineados con los de sus inversionistas y que estos, en caso de conflicto, siempre terminan por invocar la protección política, diplomática y económica del gobierno de Estados Unidos, lo que a su vez puede abrir un margen para presiones injerencistas de toda suerte. Toda cesión de control en áreas estratégicas (telecomunicaciones, industrias extractiva y energética, transporte, industria alimentaria, etcétera) conlleva un debilitamiento de la soberanía nacional.
Amauri Chamorro(AC):Hay que entender primeramente algunas cosas. ¿Quién será propietario de la infraestructura que ellos entregarán, entre software, middleware y hardware? ¿El pueblo cubano o Google y Facebook? ¿Será código abierto? ¿Habrá transferencia tecnológica para la soberanía en la infraestructura? Estas son cuestiones indispensables que deben ser respondidas para poder tomar una decisión.
Realmente, ni Facebook ni Google realizarán la transferencia de tecnología suficiente para que el pueblo cubano sea soberano. Es un riesgo incalculable para Cuba, que dependan de empresas norteamericanas para conectarse con el mundo. Quedan expuestos a las presiones de políticos de EE.UU. que podrán presionar fácilmente a estas empresas a cerrar la llave y boicotear la conectividad de Cuba con el mundo.
Por otro lado, en el momento que se utilice la infraestructura de empresas de este tipo, que han sido ampliamente denunciadas por Edward Snowden, Julian Assange y Chelsea Manning, como proveedoras de informaciones privadas de millones de ciudadanos a lo largo y ancho del planeta, Cuba deberá saber que los EE.UU. tendrán acceso al principal recurso construido a partir del triunfo de la Revolución: la cultura.
Más que datos de contactos, dónde viven, emails, etcétera; Facebook y Google van a proveer al imperio de un volumen incontable de datos (Big Data), que permitirá comprender por medio de parámetros numéricos la opinión, los gustos, lo que piensa y lo que deja de pensar el pueblo cubano. Será muy fácil, a partir de la recolección de este tipo de información, poder realizar acciones desestabilizadoras, como ya ocurre en otros países con gobiernos progresistas.
Esa es una forma de mantener subyugado al pueblo, a sus voluntades políticas. En un mundo donde la comunicación e información son al mismo tiempo un derecho, deben ser tomados también como un recurso inherente a la supervivencia de un Estado. Aún más un Estado tan transcendental a nivel mundial como Cuba. Darle acceso gratuito a Cuba a partir de empresas tan corruptas como Facebook y Google, es un premio simbólico que los norteamericanos quieren mostrar al mundo. Cuba no debería aceptarlo. Ni por tecnología, ni por cultura.
2- En caso de que no se hiciera esta conexión a través de una de esas compañías ¿podría Cuba mantener la soberanía en las comunicaciones digitales, teniendo en cuenta que, después de todo, los países de Latinoamérica se conectan por el nodo de Miami?
NS: Uno debe entender que hay una cuestión estratégica. Cuba está entrando a la internet, no se sabe muy bien cómo va a ser el patrón de uso, qué van a tener ellos de la tecnología. Siento que hay una gran oportunidad para desarrollar servicios cubanos que respondan mejor a las demandas y a las costumbres cubanas que servicios externos. Esa posibilidad puede llegar a ser limitada si no controlan su infraestructura, porque para Google puede ser preferible que el tráfico vaya a Miami. El otro problema es que el control de las fibras permite crear políticas para defender la privacidad interna, como es el caso de responder de dónde viene el tráfico interno antes de salir al cable de Miami. Efectivamente, este tema es complejo para la libertad y soberanía de los pueblos, y requiere de desarrollo de aplicaciones locales.
PM: Sí, se podría mantener la soberanía dentro del territorio cubano, aunque sea acotada por la configuración internacional de las redes de telecomunicaciones. El riesgo principal de esa configuración se refiere a la posibilidad de una desconexión unilateral y al enorme margen de que disfruta Estados Unidos para interferir y espiar las conexiones internacionales en instalaciones situadas en su territorio. Pero ese riesgo se puede minimizar por lo que hace a los intercambios de información que tienen lugar dentro del territorio cubano, a condición de que la nación mantenga el control y la operación de las redes internas.
AC: América Latina no puede depender de los EE.UU. para conectarse. Hay que fijarse en la experiencia China, que mantiene su soberanía tecnológica. Por la posición geográfica de la Isla, así como su increíble potencial científico desarrollado, podrían convertirse en un centro de conectividad con América Latina y Europa, sin depender de los EE.UU.
3- Cuba es un país del Tercer Mundo que no cuenta con los recursos suficientes para desarrollar dicha infraestructura a corto plazo. ¿Cuál sería el mejor modelo para lograr ese desarrollo sin perder la soberanía? ¿Existe otro esquema en el que se pueda contar con inversión extranjera sin perder la independencia?
NS: El problema es siempre el mismo, ver el límite de lo que quieren las empresas extranjeras para poder invertir. Me parece muy inspirador el modelo chino. China dijo “nosotros tenemos un montón de personas que te proporcionan mano de obra barata, tú quieres implementar acá tus empresas; entonces tendrás que hacer una empresa china con el Estado chino”. En realidad, muchas empresas no vieron que ese acuerdo brindaba a los chinos 50% de participación de la propiedad intelectual de la empresa. Entonces ahí el intercambio era fuerza de trabajo barata contra propiedad intelectual, lo que le permitió después a China desarrollar clones de tecnología y absorber know-how.
Para Cuba y toda América Latina uno de los negocios que habría que presentar es la opción de decir “no hay problema, trabajamos en conjunto, pero convengamos en que todos los equipamientos que van a meter a la Isla nos pertenecen a la mitad, o encontremos alguna otra fórmula que sea aceptable”, para que, si las compañías se van mañana, no se puedan llevar la infraestructura, y así se pueda garantizar la soberanía política.
También se debe tener un derecho a decir qué tecnologías se van a usar. Es importante tener un enfoque muy fuerte en la cuestión de la interoperabilidad; deben asegurarse que toda la tecnología que se introduzca en la instalación nueva sea interoperable, que cumpla con los estándares, que sea abierta, que cuente con garantías de acuerdo a los derechos internacionales del funcionamiento de interconexión. Eso permitirá que mañana se pueda cambiar de proveedor, asegurar otras tecnologías y que las reglas no tendrán círculos cerrados, sino se podrá extender de la manera que mejor funcione en ese momento.
El mundo de la tecnología y de las redes es muy cambiante, muy rápido; los costos están bajando vertiginosamente, sobre todo el material de fibra. Hay soluciones de software libre en comunicaciones, existen soluciones de 4G, completamente libres, usando tecnología de radio abierta y todo esto permite entrever en un futuro próximo la creación de esa red. De acuerdo a lo que Google está proponiendo, se podría hacer mucho con el software y hardware libre; incluso, el gobierno cubano puede pedirle a Google la liberación de mucha de su tecnología, una acción que pudiera ser coherente con la retórica de ambos.
PM: El argumento de la falta de recursos es cuestionable por el abaratamiento sostenido de los componentes físicos de las redes digitales. Un ejemplo es la tecnología inalámbrica (LTE, Wimax, etcétera), cuyos costos de instalación son mucho más reducidos que los tendidos alámbricos, sea de cobre o de fibra óptica. China ha desarrollado un modelo propio de Internet y podría explorarse la colaboración de ese país (gobierno y empresas) para desarrollar en Cuba un modelo similar. Pero el modelo más adecuado está por construir: es el de una red latinoamericana propia. Los procesos de integración regional impulsados en los últimos lustros dejaron pasar el momento ideal para un proyecto como el mencionado. La circunstancia actual, ante las dificultades de los gobiernos venezolano y brasileño y la derrota del kirchnerismo en Argentina, no es sin duda la óptima, pero no por ello se debe dejar de insistir en la pertinencia, la necesidad y hasta la urgencia de que América Latina cuente con una red digital soberana.
AC: Existen algunos países como China, Rusia e India que producen infraestructura tecnológica para esta interconexión y en lo político están mucho más alineados a los intereses del pueblo cubano. China es el gran financiador del mundo, creo que el camino es por ahí.